“Sabe, oh príncipe , que entre los años de la Caída de la Serpiente cuando los
océanos anegaron America y las relucientes ciudades , y el auge de los Hijos del
Espacio, hubo una época soñada, donde las naciones se consumían poco a poco pero
aun brillaban a través del mundo envenenado como
estrellas moribundas - California y Texas cada una reclamando la bandera de
Occidente. Y entre ellos surgieron grandes heroes que con fuertes pisadas lucharon contra los muchos Hijos de la Serpiente que moraban en las llamadas Tierras Envenenadas. "
Las Cronicas Hispanas
10 de Abril de 1950. Pueblo, Colorado (5
años después de la Caída de la Serpiente)
La tarde empezaba a
oscurecer y The Conner Inn, un edificio de dos pisos que funciona
como salón y posada dentro de la empalizada que rodea la ciudad,
empezaba a llenarse de gente deseosa de tomar una cerveza o cenar
algo después de un duro día de trabajo. El lugar era amplio con
unas grandes mesas redondas donde se jugaban partidas de poker, un
reservado a un lado y al otro un pequeño escenario ocupada por un
cantante que rasgueaba su guitarra y cantaba canciones country que
recordaban tiempos mejores. El ambiente era sosegado y las
“camareras” del lugar se acercan a los clientes por si alguno
estuviera interesado en subir a las habitaciones del piso de arriba.
Pero unos gritos burlones provenientes de una de las partidas de
poker rompieron la tranquilidad y todas las miradas de los clientes
se volvieron hacia allí. Y lo que vieron fue una mesa donde dos
tipos con aspecto de pistoleros jugaban al poker y a la vez
insultaban a otro de los jugadores, por su vestimenta un campesino
pobre, y hacían comentarios acerca de su mujercita enferma sin que
este respondiera a los improperios. Pero este tipo de hechos debía de ser normal ya que
los habituales del lugar ignoraron la situación y volvieron a sus
conversaciones. En ese momento dos hombres se acercaron a la mesa
dispestos a averiguar lo que sucedía.
Forasteros, se escucho susurrar a los
lugareños. Y ambos hombres lo parecían, uno de ellos, bien afeitado
y peinado, vestía un poncho que tapaba una camisa y unos pantalones
de color caqui que le daban porte militar, mientras el otro era
todo lo contrario ya que sus ropas estaban muy gastadas y su aspecto,
aunque de pinta peligrosa, era bastante desaliñado. Aunque no
parecían conocerse bastaron un par de palabras del tipo de aspecto militar y la sola presencia del otro para que los comentarios
despectivos de los matones cesaran, y no solo eso sino que uno de
ellos abandono la partida cogiendo a una de las prostitutas por el
brazo y llevándosela casi a rastras al piso de arriba. Después los
dos forasteros se sentaron en la mesa y tras presentarse, Buck el de aspecto de militar y Carter el otro, se pusieron a jugar
al poker junto a Brade, el campesino, un matón y un par de
jugadores mas que se encontraban en la mesa.
Brade Smith buena persona pero algo lerdo |
Un par de manos después y cuando parecía que la
situación se había calmado se escucharon unos fuertes ruidos
provenientes del piso de arriba, un chillido de una mujer y un
portazo y a continuación la prostituta que había subido con el
pistolero apareció en las escaleras totalmente desnuda, sangrando
por un corte en un brazo y con cara de pánico y tras ella el hombre
blandiendo un cuchillo y con cara de furia. Viendo esto Buck y Carter se levantaron y desenfundaron sus revólveres ante lo cual
el otro pistolero que estaba junto a ellos levanto la mesa,
esparciendo todas las fichas y cartas por el suelo en el proceso,
intentando golpearlos con ella y desviar los posibles disparos. Pero con gran agilidad ambos esquivaron ese burdo
ataque y mientras Carter lo derribaba de un tiro, Buck grito una
advertencia al otro pistolero y al ver que este lo ignoraba y se
disponia a clavar el cuchillo en el cuerpo de la indefensa muchacha,
que había tropezado y caído al suelo, le voló la cabeza de un
certero disparo.
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A la derecha el Sheriff Carl L. Shitter |
Tan repentino fue el tiroteo que termino antes
incluso de que a los presentes les diera tiempo a tumbarse en el
suelo y en unas rápidas zancadas Buck subió a por las escaleras
para ayudar a la joven herida, a la cual aparto del cadáver del
pistolero y acompaño a la habitación de la que había salido para
taparla con una manta. La prostituta claramente alterada no dejaba de
murmurar – Era de su banda y lo has matado. Palmer no nos
perdonara – y a pesar de los intentos por calmarla no paraba de
pronunciar esa letanía. En ese momento en el Saloon entro el Sheriff
de Pueblo, Carl L. Sitter, un joven ex-marine y mano derecha del
alcalde Crawford, acompañado por dos de sus ayudantes y tras
observar la situación y averiguar que diablos había pasado allí
procedió a pedir un sanitario para el pistolero herido y a detener a
Carter y a Buck, que no opusieron resistencia, para llevarlos al calabozo y
que pasaran allí la noche hasta que el día siguiente el juez
pudiera ver el caso y hablar con los dos acusados.