lunes, 30 de septiembre de 2013

Partida Conan Sesión II

"Sabe, Oh príncipe, que en los tiempos que mediaron entre el hundimiento de la Atlántida y el alzamiento de los hijos de Arias, hubo una época no soñada de bikinis de cota de malla y tangas de cuero que protegían como hauberks completos. Maravillosos reinos se extendían como un manto sobre la tierra...Aquilonia, con sus civilizados hiborios, pero con una sociedad llena de hijos de puta, Nemedia, tambien civilizada, pero con más hijos de puta todavía, Brythunia, que por no tener, no tenía ni ciudades en su mapa, aunque abundaba en hijos de puta y por supuesto...Hyperbórea, gobernada por hijos de puta y repleta de los mismos....Aquí llegaron los pjs, con sus Ventajas de ataques dobles e Iniciativas rápidas para patear culos y apuntar nombres, eso si, con sus pies calzados con sandalias"
Las Crónicas Nemierdas

Tras llegar a Hevelik, los pjs se apresuran en encontrar un lugar donde dormir en la posada de "El Hacha y el Escudo", regida por el vanir Vanulf y sus hijos y frecuentada por los pocos habitantes de la aldea: Ganzalo da Prada, un Zingario con aspecto de borracho y pendenciero...(que novedad!!!), Claudia, una Turania más fea que pegarle a un padre cimmerio con un calcetín sucio e hyperbóreo, Éfero, un cachas hombre de Gunderland, que cuida de los caballos (y sirve de protector de la aldea) y Calates, un anciano sacerdote de Mitra. 

En la aldea no queda más gente y realmente no habría donde alojarla si quedase más, ya que además de la posada solamente hay 2 edificios en pie, la caso de Ganzalo y la de Calates. 

Mientras los pjs andan por allí (intentando ver donde robar), Ganzalo da Prada aparece en la posada, sangrando por un costado diciendo que ha sido atacado por una bestia. 
Tras hablar todos un rato, Vanulf comenta que esa bestia ya les dio problemas el año pasado y que incluso pagaron a unos aventureros nemedios para que la mataran...El trabajo se hizo y el dinero cambió de manos, pero por lo que parece la bestia no murió...Entonces, los pjs, tan buenos como siempre, negocian con los lugareños el acabar con el bicho por algo de dinero. Se llega a un acuerdo (100 leones aquilonios) y se plantean salir al día siguiente, al amanecer en busca de su presa.

Esa misma noche, mientras el valeroso (ejem) Shaman hirkanio hace la primera guardia y los demás duermen, se escuchan unos ruidos en el exterior de la posada, e incluso se llega a escuchar que la bestia afila sus garras contra el muro de fuera, llegando a golpear una de las ventanas, cerradas a cal y canto, de la posada. 
Tras esto, el Shamán da la alarma y salen todos en busca de la bestia, que ya no se encuentra allí, aunque parece que se ha dejado una de sus garras clavadas en la ventana... Una garra bastante grande que alguno de los pjs, emocionado llega a exclamar que debe ser de velociraptor...



Al día siguiente, y nada más rayar el día, el aventurero grupo (suena como la "romana patrulla") parte en busca del monstruo siguiendo las pocas huellas que quedan. Éstas les llevan hasta una zona de bosque de pinos donde las huellas se pierden entre las agujas caídas...Caídas, como la que sufren los dos Hirkanios del grupo, que dan con sus huesos en un agujero en el suelo de cuatro metros de profundidad que se abre inesperadamente bajo sus pies. En ese mismo momento, los compañeros que quedan arriba se ven atacados por un gran número de hombres completamente blancos con cascos y taparrabos de cuero negro que portan mazas. Al mismo tiempo, una lluvia de dardos impregnados de veneno del loto amarillo hace que poco a poco, los pjs  (la verdad es que aguantasteis mucho, tíos) vayan cayendo inconscientes. 


Sólo Fer el Cimmerio quedó en pie!


¿Qué pasará el próximo día? Solo Crom lo sabe... Ah, y yo tambien!

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Más allá de la puerta de los Cráneos. Savage Worlds



El aire olía a sangre esa mañana. Rorik desayunaba un pedazo de carne de zorro cocinada en el fuego de su improvisado campamento la noche anterior. Su sabor era bastante desagradable aunque su calor hacía que sus jóvenes (y vacías) tripas se alegrasen esa lluviosa mañana de otoño. 
Al cabo de un rato vio a una silueta en el camino de Brithunia. Su grácil andar y sus ropajes revelaban que era una mujer, aunque su postura, más acostumbrada a las cubiertas de los ensangrentados barcos del Vilayet que a los caminos de tierra, hacía que sus dos cimitarras se balanceasen de lado a lado haciendo bastante ruído. Definitivamente, una mujer que no tenía miedo de que supiesen que estaba allí.
Rorik la observó como le había enseñado su padre, hace ya algunos años en  el clan Halcón de Nieve, en la no muy lejana Cimmeria. - Observa (recordó por un momento) en el tiempo en que vuela una flecha, en un solo golpe y sin perder el tiempo. Tal vez los eruditos de Numalia o los Sacerdotes de Mitra tengan tiempo de ver las cosas mucho más tiempo...Pero nosotros sabemos que en cualquier momento, Crom, puede reclamarnos a su montaña.- 
  Aunque acercó su espada, no hizo demasiado caso a la desconocida que se acercaba por el camino y continuó royendo el duro y malsano pedazo de zorro chamuscado.



Al cabo de un rato, Ataris de Shangara ,(pues así se llamaba la pirata) llegó al pequeño campamento de Rorik, hijo de Tiwyll y comenzaron a hablar un pequeño momento. El tiempo no les daría ningún momento para conocerse mejor, más allá de que ninguno tenía intención de hacer daño al otro, ya que al cabo de unos minutos unos gritos en el viento traerían el ruido del acero y el ya cercano olor de la sangre.

En lo alto de una colina herbosa apareció una figura envuelta en pieles y pesadas armaduras, que aunque iba muy cargada con malla y varias armas, corría, haciendo que el su pelo rojo color sangre ondeara en el viento de la mañana. Una vanir-pensó rápidamente Rorik- Tras ella, a cierta distancia, dos grandes perros negros vestidos con armadura corrían tras la que se convertiría en su tal vez primera víctima del día si no hacían nada.
Rorik y Ataris desenvainaron sus armas al unísono y se encaminaron hacia los  caninos perseguidores. -Es muy temprano para ser desayuno de perros-gruñó Rorik
-Si no la ayudamos, tal vez seamos nosotros el segundo plato- bromeó Ataris, girando una de sus cimitarras con la mano derecha.

Tras el rápido combate y con los dos perros muertos en el suelo, los tres observaron a un pequeño grupo de hombres guiados por un jinete que blandía un gigantesco martillo de guerra, observándolos desde la parte superior de la colina. Ataris, Rorik y Holda (pues así se llamaba la Vanir) se preparaban en posición de combate para un nuevo encuentro cuando el pequeño grupo de esclavistas dió media vuelta y abandonó la persecución.

Esclavistas Vanires


Las presentaciones se sucedieron tras los hoscos agradecimientos de la vanir, aunque el destino no daría demasiada oportunidad de relajo a los recién encontrados compañeros. Una pequeña caravana, precedida por soldados vestidos con ajadas armaduras aquilonias y comandada por Tracio, un aguerrido jinete con un solo ojo,  les ofrecería trabajo y compañía hasta el pequeño asentamiento minero de Hevelik, hacia donde se dirigían.