viernes, 10 de junio de 2011

Masacre en las alcantarillas

Allister Macdonal, director del MI5

Con estos datos en su poder los investigadores se dirigen de nuevo a las oficinas del MI5 para reunirse de nuevo con Mr. McDonald, el cual les presenta a dos personas que se les unirán en la investigación en ciernes, estas son: Ms. Margaret Lis Wisner, periodista, escritora y asidua colaboradora de la policía; y Raymond Cobb Jr., arqueólogo del Museo Británico especializado en la cultura maya. Después de escuchar las novedades acerca del caso se plantea la idea de investigar la extraña muerte del hombre ahogado con el alga Hydra Fecalies. El cual curiosamente, les dice Mr. Mcdonald después de examinar su ficha, ha estado recientemente en la Isla de Ross en una misión científica comandada por el Dr. Henry Dickinson , actualmente profesor en Oxford.

Unas horas más tardes el grupo se adentra en las alcantarillas de Londres acompañados por un pareja de policías que les sirven de escolta y comienzan a avanzar por los túneles entre el fétido olor que desprenden las aguas fecales y los supurantes hongos que crecen las paredes. Pronto comienzan a divisar las algas que buscan en abundante número y en uno de los túneles laterales aparecen marcas de haber sido arrancadas, con lo cual se adentran en su interior cuando de repente escuchan un disparo y Eduard reacciona avanzando con prisa mientras el resto queda paralizado por la impresión aunque pronto reacción y siguen a su valiente compañero hacia la oscuridad del túnel. Pronto llegan a un cruce de caminos que parece el lugar donde se origino el disparo y allí encuentran cuatro cadáveres además de ver como el militar corre persiguiendo a alguien, quizás el culpable, pero desgraciadamente una verjas caen ante él impidiéndole capturarlo y aunque no pudo verlo bien podría ser el tal Corbitt. Mientras el resto examina los cadáveres que parecen de unos carboneros y que no presentan indicios de haberse resistido a su asesinato ya que no presentan heridas defensivas, además de que dos de ellos parecen llevar un tiempo muertos, además encuentran varias cosas de interes: un llave con forma de media luna, un guante de aspecto siniestro con unas cuchillas en los dedos, unos colgantes de una cabeza de serpiente que portaban los cuatro muertos y varias colillas de cigarrillos de la marca Benson, la misma que habían encontrado en el apartado de correos.


Tras estos intensos acontecimientos el grupo regresa a la superficie dejando a la policía hacer su trabajo y se dirigen a la casa del Sr. Cobb a adecentarse un poco e intentar tranquilizarse después de la visión de esos hombres asesinados sin compasión . Una vez tomado el té se y tras analizar los objetos encontrados, análisis durante el cual madame Popova sufre un momentáneo colapso al tocar el extraño guante, se planea el curso de acción a seguir y este no será otro que intentar averiguar más acerca de la expedición científica a la isla de Ross con lo cual el grupo decide dividirse. Wilbur, Wisner, Connor y Berefort se dirigirán a la universidad de Oxford a habar con Henry Dickinson y mientras Popova, Cobb y Benson irán al Museo Británico con la intención de hablar con el Dr. Norton, un químico amigo de Raymond Cobb, ya que por lo que parece el medallón ha sido fabricado mediante un molde y por lo que el arqueólogo sabe los mayas desconocían esta técnica. Así que intentaran que el químico feche el medallón para averiguar si es algún tipo de falsificación.

Una vez en Oxford el resto del grupo localiza al Dr. Henry Dickinson en el comedor universitario y tras sentarse a comer con él comienzan a interrogarlo acerca de la expedición y de su estancia en la isla. El doctor les cuenta que el viaje hasta tierra de fuego transcurrió con normalidad pero una vez allí las cosas comenzaron a torcerse ya que en la última parada que hicieron para aprovisionarse antes de dirigirse a la isla de Ross congeniaron con unos nativos de la zona, celebrando una fiesta con ellos que acabo con una gran pelea que degenero en una batalla campal debido a que uno de los tripulantes empezó a disparara contra los fueguinos gritando que no comería más de aquello que le estaban dando. Debido a la pelea murieron varios integrantes de la tripulación y les obligo a salir de allí sin parte de los suministros necesarios, aunque si los suficientes como para estar una corta estancia. Una vez instalados en la isla comenzaron a cartografiarla y a analizar la fauna existente en la zona, recogiendo muestras, y sorprendentemente a los pocos días localizaron un increíble hallazgo, unas ruinas congeladas en una zona que la que ningún ser humano podría haber vivido jamás, y entre las ruinas se encontraban unas espeluznantes estatuas antropomórficas y talladas en ellas unos símbolos parecidos al idioma maya. Sorprendidos por lo que les cuenta el doctor los investigadores siguen preguntando y en la conversación surge el nombre de Corbitt, el cual trabajo durante la Gran Guerra como cirujano junto a Dickinson, aunque después del conflicto le perdió la pista y lo único que les pude decir de él es que es de origen español y que era un fumador empedernido.

Richard Corbitt


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