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Cormyr, El Reino del Bosque |
Un grupo de aventureros afincado en Cormyr, el
Reino del Bosque, son convocados por un viejo general retirado
para encomendares una importante pero delicada misión: Edmund, el hijo
del rey Azoun IV, ha desparecido cerca de la región de Tilverton (un
protectorado del reino desde hace poco tiempo) mientras volvía de
una misión diplomática en Sembia y es urgente averiguar su
paradero. Así que tras una exaltación de patriotismo e invocaciones a
los dioses del bien y la fortuna, el grupo ensillo a los caballos
y partió rumbo al norte en dirección a Tilverton dispuestos a encontrar
al hijo del rey. Pero si acaso pensaban que la misión seria sencilla
estaban muy equivocados, ya que tras detenerse a pernoctar en una torre
abandonada en medio del Paso de los Gnolls fueron atacados por un torpe
gigante de las colinas, al que afortunadamente y gracias a
la bendición de Tymora, pudieron ahuyentar sin sufrir demasiadas
heridas.
Al día siguiente prosiguieron
el camino y los peores de sus temores se cumplieron ya que al poco
encontraron tirado en el camino el cadáver de un hombre vestido con los
colores de los dragones purpura. Su cuerpo presentaba signos de
violencia y tenia clavadas en el cuerpo varias flechas con plumas
negras que el grupo no supo reconocer ni atribuir a ninguna tribu
o facción conocida. Siguiendo las huellas del hombre se adentraron en la
espesura y hallaron al príncipe, muerto también a flechazos, dentro de
su carruaje y los cadáveres del resto de guardias tirados por los
alrededores. En ese momento un grupo de gnolls aprovecho para atacarlos
por sorpresa pero fueron vencidos rápidamente en parte gracias a
la furia vengativa que anegaba el corazón de los héroes,
aunque después y tras interrogar a uno de los atacantes averiguaron que
estos nada tenían que ver con el
asesinato del príncipe. Así que apesadumbrados introdujeron
los cadáveres en el carromato y se encaminaron de vuelta hacia el pueblo
del que habían partido a reunirse de nuevo con el general a comunicarle
las malas nuevas.
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Azoun IV, buen rey y atribulado padre |
Pero
pronto tuvieron que desistir de esas intenciones ya que literalmente el
cielo comenzó a caer sobre sus cabezas, con viento que casi no les
dejaba caminar y lluvia que de tal fuerza con la que los golpeaba
incluso les hacia daño, y extrañas luces brillaban en el firmamento
como si los dioses lucharan entre ellos. Así que sabiendo
que había un pequeño pueblo cerca desviaron su camino para intentar
encontrar refugio y encontraron una pequeña posada, en principio parecía
que cerrada y abandonada que resulto un autentico milagro, ya que
aunque vacía de gente si que estaba limpia y bien provista de víveres.
Así que pasaron una buena y tranquila noche a pesar de la tormenta
exterior a excepción del mago del grupo, el cual soñó con una mujer de
gran belleza y rodeada como por un aura de poder que parecía parpadear e
incluso apagarse por momentos. Dicha mujer se encontraba atrapada en un
viejo castillo en ruinas, atada a las paredes con cadenas y grilletes y
en apariencia sufriendo gran dolor. La mujer gritaba pidiendo ayuda y
tras despertarse el mago les contó el sueño a sus compañeros el sueño
deduciendo entro todos que quizás el lugar fuese la fortaleza abandonada
de Killgrave, a no demasiadas millas del lugar donde se encontraban en
esos momentos.
Intrigados por ese sueño pero mas preocupados por por llevar el cadáver del hijo del rey ante las autoridades de Cormyr, al día siguiente y ya que la terrible tormenta parecía haber remitido, decidieron bajar por la colina hacia el pequeño pueblo que se veía en el fondo del valle para ver si allí encontraban a algún miembro de los Dragones Purpuras para poder así comunicar la mala nueva y entregar el cuerpo del fallecido heredero. Desafortunadamente al llegar hasta alli se encontraron con que el "pueblo" , cuatro edificios rodeados por una pequeña empalizada, parecía estar abandonado aunque tanto el cercado como los edificios se encontraban en buen estado así que lo que fuera que hubiese sucedido era algo reciente. Preocupados y con las armas prestas el grupo registro las casas hasta que finalmente entraron en el granero y se encontraron con una horrible escena: Un montón de gente muerta con signos de violencia, tanto hombres como mujeres y niños, amontonados en una pila y sobre ellos dos hombres colgados por el cuello y con evidentes signos de haber sido torturados. Apesadumbrados y muy enfadados ante tamaña vileza descolgaron a los dos hombres para descubrir que ambos eran sacerdotes de dioses del bien asi que claramente los culpables de la masacre eran adoradores de alguno de los dioses del mal, quien sabe si de Baal o de Bane, ya que cualquier persona normal y decente no seria capaz de semejante infamia. y si los culpables fueran orcos o trasgos el pueblo entero estaría arrasado.
Jurando venganza el grupo de atribulados aventureros decidió quemar el granero con los cadáveres dentro para que los cuerpos no fueran devorados por las alimañas y a continuación encaminaron sus pasos hacia el pueblo donde se habían reunido con el viejo general para así dar por terminada su misión principal y así después poder investigar el resto de extraños eventos que estaban sucediendo en la región.